7/30/2008

Un nuevo Buda


En medio del bosque, en Nepal, permaneció meditando durante diez meses entre las raíces de un árbol. Dicen que no comía ni bebía agua. No cambió de posición, ni se inmutó con la lluvia, el calor o las serpientes que lo mordieran. Apenas tenía 15 años, pero estaba seguro de su misión en la Tierra. Pronto, llegaron las procesiones para ver al "nuevo Buda", se construyó una cerca a su alrededor para evitar cualquier interrupción, se organizó un comité para recolectar donativos, liderado por su hermano. Y se volvió la mayor atracción turística de su país. Un día, sin previo aviso, desapareció.

2 comentarios:

Juan Francisco dijo...

Aún no decido si el escepticismo es una enfermedad o la vacuna contra males peores. Si es lo primero, me declaro incurable desde ya. Ahora bien: aun las religiones ascéticas son empresas de poder, sujetas a vicisitudes crematísticas, y en tal sentido sus prácticas y hallazgos son realidades sociales, actuantes y muy dignas de tomarse en cuenta. ¿No te parece extraño que en épocas de fe abunden los milagros, y ahora, que tanta falta nos haría un auténtico prodigio (verificable en el laboratorio, faltaría más) no haya por lado alguno? No quiero decir que la presencia del nuevo iluminado fuera un vulgar truco con ánimo de lucro, aunque tal posibilidad existe. No: me refiero a que un milagro, así sea prefabricado, puede echar a andar resortes sociales antes ignorados. Si Tláloc y Huitzilopochtli aparecieran en la Plaza de la Constitución (vivos, hablantes, verosímiles) para llevar al Anáhuac a recobrar la autoestima perdida, no dejaría el escepticismo... pero igual me sumaría. "Mi ojo izquierdo se llama dogmatismo, y el derecho se llama escepticismo". Y no quiero perder ninguno.

Adriana Degetau dijo...

¡¡¡no pude ver todo el programa!!!