9/04/2009

Cirque du Soleil


Las Vegas no es uno de mis destinos favoritos. No tengo madera de jugadora así que el constante ruido de fichas y máquinas brillantes no me emociona demasiado. Sin embargo, algo que me motiva de ir son los espectáculos de Cirque du Soleil. Desde hace años tenía ganas de ver "O", el legendario show en un escenario de agua. Antes de ir logramos conseguir boletos para éste y para "Love", show inspirado en canciones de los Beatles.
O no me decepcionó; sin embargo, Love logró sorprenderme. El primero es una hazaña de ingeniería... diversas plataformas que surgen y desaparecen de un espejo de agua, a veces tan profundo como para clavadistas de altura, a veces tan angosto como para caminar sobre él. Los personajes y el concepto visual es elegante y seductor; y de vez en vez llega a ser abrumadora la cantidad de 'eventos' que están sucediendo al mismo tiempo en distintas partes del escenario.
Love, por el otro lado, es más dinámico e incluyente con el público. Es un viaje de principio a fin estructurado en coreografías y actos un poco más teatrales (¡algo distinto para el Cirque!), donde se mezcla la realidad y fantasía, la memoria y un tanto de psicodelia. Todo es más orgánico, sensorial y apela a la emoción, conectada siempre con las estrofas inolvidables del cuarteto británico.